Rastros

lunes, 27 de febrero de 2012

Me gustan mis ojos y no son claros, creo que con ellos digo más de lo que hablo. Que vos entiendas ese vocablo, mi lenguaje, es un arte. Les doy crédito, oscuros faros, me hicieron mirarte. Me gusta como tu piel me llena la vista, suave, al desliz de mi tacto; me gusta tu piel porque me pone electrica y me da descanso.
Me gusta la música, potencia mis emociones con sentido. Me gusta la música que te trae a mis oídos, escribirte canciones aunque a capella desentone para descubrir que siempre me has querido. Me gusta escuchar al Rey Bob, me gusta moverme a lo Jagger, ponerme un buen cd de los Stones. Me gusta mi guitarra, la llevo donde voy; es negra y grande, como mi alma. Y de corazonada, me gusta que las letras digan lo que quiero expresar. 
Me gusta fumar, vicio que lenta e indoloramente sé dónde me va llevar, pero al mismo tiempo me relaja y me ayuda a reflexionar. Soy una persona meditabunda, me gusta pensar. Como para contrastar, me gusta el sexo: sentir el calor que de tan espeso forma un ambiente de expresión. El movimiento se vuelve poesía, el aroma de la piel de tu querida se convierte en la más adictiva droga suicida. Y ahí, cuando sientes que no puedes amarla más, cuando el exceso de placer te produjo cansancio, das todo por volver a tocarle el alma y te olvidas que existe la vida fuera de la habitación. 
Me gusta el silencio, en él encuentro respuestas, transmito sentimientos. Otras veces me rompe el corazón, amarga la situación pero siempre encuentro mi espacio insonoro para volver a razonar y continuar. Soy una persona meditabunda, me gusta pensar; euforizo con facilidad, necesito paz, necesito de esos besos que me das, me gusta que me mires y me transmitas esa poca de tranquilidad para parar los estreses que me nublan. 
Me gusta la lluvia, porque me lleva al día que te conocí. Desde entonces, cuando llueve imagino que donde vos estas, algo de la lluvia me va llevar a tu mente. El olor a tierra mojada simplemente, me hace recordar el aroma que se mezclaba con el perfume de tu pelo de dama; estando en tus espaldas, sintiéndolo, adictandome de ese olor y también el de tu cuello, siendo presa de tu cuerpo aunque yo te sujetaba. Apenas te conocía y me gustabas.
Me gusta tu manera de reir, la forma en que estando contigo me siento tan feliz; me gusta tu mirada, me gustan las caricias que me das, suponer si estás enamorada. Me gusta que me abraces, que me beses, que me reclames como tuya, que tengas la seguridad de que mi dueña eres. Me gusta que te cueles en mis sueños, me gusta que mis planes a futuro te incluyan en mi lecho. Me gusta que me hables de paz cuando en realidad estás en pie de guerra, que seas traviesa. Me encanta que seas tan sociable, me gusta la idea de matarme por agradarle a tu padre, pensar en vos todo el tiempo e imponerme metas para poder estar contigo. Siempre digo que doy todo de mi por quererte, me gusta como quiero ser mejor para merecerte, me gusta creer que algún día me dirás que sí, entre mis brazos tenerte. Imaginarte mi dama, mi amante, madre de mis hijos, la mujer que siempre ame. Esa que haga que mis amigos pongan ojos de dragón, presumirte porque como tu no hay dos. 
Me gusta que me cueste creerme que me elegiste pero de gustos, decía mi psicólogo, no hay nada escrito. 

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