-Aléjate, por favor. Necesito respirar.- Salió de la habitación y dio un portazo con el que calló la conversación.
Las peleas seguían sucediéndose, más por esa capacidad que tiene de cerrarse y no dejar que irrumpan en su personal burbuja. Conociéndola, ya iba a volver en dos horas implorándome un abrazo, así que me envolví en el humo de mi cigarro y dejé que su enojo se disipara del ambiente. ¿Quién sabe que le pasaba por la cabeza? los grandes sabios hubieran preferido estudiar su enigma antes de la filosofía, encontrarían en ella una cuestión más desafiante y difícil... yo la entendía y no.
A veces tiende a mirarme con gran dulzura, otras veces pareciera que quiere matarme, deja entrever ese contraste a la hora de acurrucarse en mis brazos y olvidarse del mundo cuando está de mal humor.
Siempre me dijo que si había un destino, el suyo era conmigo y para ser sincera, me agrada pensarlo... aunque hoy haya escupido ira por cada pared de la casa. Se ve linda cuando se enoja, pero me gusta más ver como se contrae compulsivamente su estómago cuando ríe a carcajadas, o cuando sólo sonríe y me mira perdidamente. De un tiempo hasta aparte, me encargué de encadenarme a mis principios y por más fuerte que ella me gritara, no iba a cambiar de idea y mucho menos dejarla ir; ni una cosa, ni la otra.
Moría por levantar el tubo y llamarle, para saber al menos si contestaría mi disimulada súplica de paz, pero pensé que sería mala idea, podría atender y seguirme agraviando. Tan pronto como tomé el teléfono, lo solté; me sentí cobarde y a la vez tan valiente de soportarlo todo por amarla, me abracé más a la idea de ser una valiente soldado a aquella otra que implicaba sentirme una mendiga e implorarle. Mi orgullo no es muy grande, pero verme débil no iba a servir.
Tal como auguraba, volvió a nuestro cuarto, donde yo estaba. Me abrazó para decirme sin palabras lo mucho que sentía la pelea, con el mismo abrazo rogué que nunca se fuera de mi lado. Acaricié su pelo y comprendí que amaba ese rompecabezas que era, si fuera diferente, quizás no moriría por ella. "Es sólo otro detalle de la mujer que amo" pensé, y cerré la puerta despacio para callar la conversación, esta vez, para darle amor.
lunes, 26 de marzo de 2012
miércoles, 14 de marzo de 2012
Va llegar un día en el que mis millas de viajero frecuente servirán. Quizá como digna cobarde huya a refugiarme, donde tu vista no alcance a distinguirme, ni tu voz flote en el aire. Va llegar un día en donde invente el perfume perfecto que tape las huellas de tus besos, que me impregne las narinas con una nueva idea porque créeme que me agobia despertar con tu aroma en la almohada contigua. ¿Quién dijo que te fuiste? si aún me persigues por la casa. Sigo sintiendo tu respiración en mis oídos y aún no descifro si el calor en mis mejillas es producto de un beso que me dejaste, querida. ¿Quién dijo que me olvidaste? si yo era capaz de leer tus pensamientos con sólo ver una suerte de mueca que soltaba tu jeta, si tus piernas se aflojaban cada vez que te tomaba por esa cintura de muñeca... te erizabas. Puedes mentirme con palabras, pero siempre te delata la mirada. Si buscas en cada letra de mis entradas, en cada canción que haga, buscas siempre algún indicio de mi vida, quieres saber si mis historias cita alguna de las nuestras, si estás puesta en la dedicatoria.
Pues sí, escribí mucho sobre tí. Mi proceso de duelo duró tanto como para haber limpiado el alma, puede que la nostalgia algunas veces te traiga a mi cama y por ahí te pienso, pero si te soy sincera, yo ya no te quiero. Te sufrí, te padecí, pero es suficiente dolor y prefiero darle entierro.
Pues sí, escribí mucho sobre tí. Mi proceso de duelo duró tanto como para haber limpiado el alma, puede que la nostalgia algunas veces te traiga a mi cama y por ahí te pienso, pero si te soy sincera, yo ya no te quiero. Te sufrí, te padecí, pero es suficiente dolor y prefiero darle entierro.
Vos querés verme, pero yo ya estoy usando mis millas de viajero frecuente.
martes, 13 de marzo de 2012
Acusé recibo muchas veces con la vida y el diablo me pasó factura, de las muchas veces que le vendí el alma por ojos ingratos.
-Loca- me dijo- por tu aspecto podrido y tu fachada fuerte, vos sin duda sos una inconsciente con el débil corazón de un bebé. No, el despecho nunca fue buen amigo. Si querés podés reventar las guampas contra la pared, pero de esa nadie nunca sale vivo, o por lo menos en dos pies.
Lo miré como si no supiera de qué hablaba aunque realmente tenía razón, si soy débil de corazón y me voy a morir siendo cobarde. Para qué mencionar que chasqueando los dedos y al instante, apareció esa lucifer. Más hermosa e irresistible que el cantar de una sirena, delicada, con esa cosa buena. Ni siquiera a Dalí se le pudo ocurrir cuadro más abstracto, su cabeza es un vericueto de emociones que me mato por entender. Ella es pasión, es celos, es locura. Me miró sin mirarme, me acarició a distancia con un simple ademán de palabras, estiró un brazo para alcanzarme cuando mi cruel verdugo volvió a chasquear los dedos y ella desapareció.
- ¿La quieres? ¡Pelea! Sólo la tendrás si esperas.
Este sutil episodio ocurrió durante esos meses de jolgorio mortal. Cuando bajé a tierra supe de ella, me esperaba; la espera aún sigue, por uno de sus anestésicos besos, por un abrazo sin tiempo, por hacerla sentir más bella y para que no pierda la costumbre, dale el mismo calor que en el infierno.
-Loca- me dijo- por tu aspecto podrido y tu fachada fuerte, vos sin duda sos una inconsciente con el débil corazón de un bebé. No, el despecho nunca fue buen amigo. Si querés podés reventar las guampas contra la pared, pero de esa nadie nunca sale vivo, o por lo menos en dos pies.
Lo miré como si no supiera de qué hablaba aunque realmente tenía razón, si soy débil de corazón y me voy a morir siendo cobarde. Para qué mencionar que chasqueando los dedos y al instante, apareció esa lucifer. Más hermosa e irresistible que el cantar de una sirena, delicada, con esa cosa buena. Ni siquiera a Dalí se le pudo ocurrir cuadro más abstracto, su cabeza es un vericueto de emociones que me mato por entender. Ella es pasión, es celos, es locura. Me miró sin mirarme, me acarició a distancia con un simple ademán de palabras, estiró un brazo para alcanzarme cuando mi cruel verdugo volvió a chasquear los dedos y ella desapareció.
- ¿La quieres? ¡Pelea! Sólo la tendrás si esperas.
Este sutil episodio ocurrió durante esos meses de jolgorio mortal. Cuando bajé a tierra supe de ella, me esperaba; la espera aún sigue, por uno de sus anestésicos besos, por un abrazo sin tiempo, por hacerla sentir más bella y para que no pierda la costumbre, dale el mismo calor que en el infierno.
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| Y caminaría de vuelta hasta el infierno en busca de ella. |
viernes, 9 de marzo de 2012
Yo no podía frenar mi catarata de ideas, mientras ella, apoyando su delicado cabello en la almohada, quizá también pensaba. Pensaba dormida. La miré aunque supiera que sus párpados no rendirían cuenta a sus pupilas, me imaginé que podría estar en otra parte, menos en esta cama.
-¿De verdad quise evitarla?- la respuesta fue obvia al girar, ella estaba desnuda a mi lado hacía ya dos horas. Hace tan sólo otras tres, entre que fui a buscarla y la llevé al hotel para darnos placer... placer, sí, esa era la razón. Si ella tiene una vida fuera de estas paredes, una vida muy distinta de la mía. Tergiversaba verdades para verme, yo soy la excepción de la línea de su falda y siempre que puede me lo recuerda. Por eso es que nunca me atreví a saber demasiado de ella, aunque ahora estoy intentando saber por qué tiene esta lúgubre expresión, aún dormida. Volví la vista al techo y dejé que mi cabeza siguiera haciendo reflexión.
Ya no era feliz como antes, cuando me la cruzaba en los pasillos del lugar donde trabajo, ya no se paseaba con las comisuras de la boca en alto. Yo ya no podía ver ese halo, ni sentir la bestial sensación de coquetearle, rozarla, mirarle. No era la mujer que dos meses atrás me robaba el aliento, la que me hacía mentir y morir por sentir sus uñas en mi espalda.
Lo peor es que no conocía el motivo. Varias veces la oí decir que tenía dos hermosos hijos, muy parecidos a su padre, que su esposo era dedicado y buen amante. No les hacía falta el dinero, al contrario, pasaban sus vacaciones en el caribe abrazados por el calor ecuatoriano. Su auto reflejaba muy bien su estatus, inclusive me dio cortedad que subiera al mío, viejo, pero con mi estilo. Algo le faltaba, pero no sé qué.
Luego de esa noche, ella desapareció entre los pequeños rayos de sol que despedía el amanecer. No volví a verla. Ni en la oficina, ni en la ciudad. Las malas lenguas decían que su marido se la llevó lejos, que decidió empezar de nuevo. Bajé la cabeza y me alenté pensando que al menos volvería a ser la mujer que tanto me seducía.
Una tarde, tras meses de haberme encerrado en esa maldita oficina de dos por dos, mi jefe me llamó: quería ofrecerme un ascenso. Mi sorpresa no fue la suma que pasaría a ganar, ni haber cerrado el trato con ese contrato y un apretón de manos... sino el porta retrato sobre el escritorio, donde mi jefe abrazaba a una mujer delicadísima y a dos niños, sus dos hijos.
La dama de la foto, era la de la sonrisa rota. La mujer de tantas noches de hotel, la fugaz, la que se subía a mi Plymouth '73. La que me dejaba marcas en la piel y hacía que mi cabeza girara en círculos, la que sólo sonreía cuando pasaba por mi cubículo. Ella era la esposa de mi jefe.
jueves, 8 de marzo de 2012
Seré tan grande como mi espíritu y mi voluntad me lo permita, recorreré el mundo con mi socio en busca de sonrisas. Llevándome a un escenario mi mejor ánimo y cada actuación será la mejor de mi vida.
Salir del backstage apretando la bandera del país en el que esté, aún no hablando su idioma; quiero ir más allá de los dialectos y pregonar el lenguaje de las bromas. Que la risa se apodere de la expresión de la gente, que durante la función olviden los mundanos problemas y les quite el dolor de fruncir las cejas constantemente.
No quiero la perfección, el payaso nunca es perfecto. Es el reflejo parodiado de la sociedad en la que vive.
Tengo muchas ganas de llevar esperanza a dónde no la hay, de llevar risas donde falte la felicidad. No quiero el reconocimiento, ni fama, ni gloria, sólo con una mueca de alegría basta. Mi vida gira en torno a ella, por ella elegí este amor, por ella me desvivo, escribo y actúo como si me fuera a morir hoy. Por la dama más sencilla, la risa.
domingo, 4 de marzo de 2012
No, no puedo arreglarte, no puedo corregir lo que pasó. Vos tomaste partida por tu cuenta sin pensar que capaz podías lastimar a alguien más; no voy a decirte que todo me la suda, porque no es verdad.
No, no voy a ser capaz de pedir perdón, más cuando sé que mis culpas ya las expié, que lo que vos querés que pague no es deuda mía. Querida, no voy a arrodillarme e implorar si tú quisiste tirar todo, incluyéndome.
No puedo sólo ser indulgente, darme vuelta y darte una sonrisa nuevamente.
No, no voy a ser capaz de pedir perdón, más cuando sé que mis culpas ya las expié, que lo que vos querés que pague no es deuda mía. Querida, no voy a arrodillarme e implorar si tú quisiste tirar todo, incluyéndome.
No puedo sólo ser indulgente, darme vuelta y darte una sonrisa nuevamente.
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| I'll walk away, you wanted it this way. |
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