Las luces difícilmente prenden, voy por un pasillo de focos tenues que parece que no se va terminar nunca. Vos siempre estuviste ahí, pero parece que te fueras a un costado... yo sé que tenés una vida, que atender otras súplicas de falsos peregrinos y que no podés hacerte cargo de que te necesito porque antes también lo hacía. Te supliqué, imploré de tu parte el común acuerdo de silencio y fidelidad, pero voy a decirte que ya no eres de mi devoción.
Me cansé de insinuarte muchas veces que mi confianza no era fuego con el qué jugar, me harté de desilusionarme por tus impertinencias. Me cansé de que no vuelva lo que yo doy.
Conseguiste que varias veces intentara olvidar tus faltas, que incluso te las perdonara, pero no puedo seguir borrando con el codo aquello que tu escribes con la mano. Quiero saber que pasará mañana, y quisiera contarte que ya no tengo miedo a la soledad porque aprendí a vivir con ella; me callé con su silencio y pensé lo que pensaba, ella es mala consejera pero realmente te hace ver cuán acompañado estás. Cuando la muerte y la mala suerte te roza de cerca, es que sabes quién realmente te rodea.
Perdóname si lo que pido es demasiado, aunque siento que es lo justo. En tu lugar yo jamás me hubiera apartado de tu paso, iluminado o no, y de hecho, nunca lo hice. Mi boca siempre fue una tumba y en ella se murieron tus secretos, junto con ellos, morirán ahora los míos. Porque por mi parte, no volverás a saber ni siquiera si han existido.
PG.
No hay comentarios:
Publicar un comentario